miércoles, 30 de octubre de 2013

Las contradicciones de la democracia: "Pili" Rodríguez camuflado en el poder


Pedro Alberto “Pili” Rodríguez: el civil que fue la clave a la hora de “marcar” a sus compañeros frente a la cúpula militar. Quizás el peor de los culpables del genocidio de estado en el Cordón Industrial, porque a su accionar inhumano se le suma el componente imperdonable de la traición. Así y todo, en democracia se recicló en el poder. 

Fue diputado provincial en los últimos años de la década del '80 y los primeros del '90; después se desempeñó como secretario de gobierno de la intendencia de Armando Traferri en San Lorenzo. Aún estando procesado desde 2004 como “partícipe necesario de privación ilegítima de la libertad seguida de tormentos de Manuel Casado y otros”, y habiendo estado prófugo de la Justicia, este señor no se da por vencido. En septiembre de 2009 logra una banca en el concejo de San Lorenzo tras obtener 5000 votos con el Partido Vecinal. 

¿Cómo puede representar al pueblo desde funciones públicas peronistas, si traicionó a ese movimiento entregando en bandeja a la muerte a aquellos hombres militantes del 76’? Pero sobre todo… ¿cómo logra un sujeto de estas características permanecer en el poder durante tanto tiempo? 

La primera cuestión tiene que ver con un “pejotismo” liberal totalmente alejado de las bases peronistas, ajeno a ese sueño colectivo por el que tantas almas dejaron la vida. La respuesta a la segunda pregunta, se vincula a un vacío legal que garantizó la impunidad durante muchos años. Si bien el 7 de diciembre de 2009 se sancionó la ley provincial que establece que “no podrán ser candidatos a cargos públicos electivos aquellos partícipes en cualquier grado de los delitos de violación a los derechos humanos”, Pedro Rodríguez ya había sido electo. En ese sentido, los concejales de San Lorenzo debían respetar la banca del Partido Vecinal, pero tuvieron que votar si impugnaban o no las cualidades de Rodríguez. Así lo hicieron, y decidieron negarle su lugar en el concejo por amplia mayoría: 6 votos para que se vaya, 1 para que se quede (de Gustavo Oggero, candidato radical que metió en el concejo 3 de las 4 bancas que se renovaron el domingo pasado) y 1 abstención. 

¿Por qué se necesitaron 26 años de democracia para apartar del poder a semejante personaje? Y por otro lado… ¿cómo puede la gente seguir eligiendo a un hombre que cometió delitos de lesa humanidad? ¿Por desinformación? ¿Por desinterés en la política? 

Aún hoy, a 30 años del regreso de la democracia en la Argentina, nos queda una gran deuda pendiente: generar una conciencia colectiva que implique el compromiso del ciudadano con la cuestión pública. Solo así tendremos una sociedad mejor. Solo así no habrá más lobos disfrazados de corderos en las esferas del poder.

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