Edilio “Didi” Quiroga, el “Sordo”, me recibe en el local del Movimiento Evita de San Lorenzo, donde actualmente sigue militando para concretar aquellos sueños setentistas. Desde la bandera que cubre toda una pared nos mira María Luisa Cuatrín, compañera desaparecida, quien fuera novia del ahora entrevistado. Con la voz llena de emociones, habla sobre la organización de la militancia en el Cordón Industrial, la toma de conciencia de lo que sucedía en tiempos difíciles, su decisión de salir del país, la vuelta al Cordón y la sentencia de la causa Casado. “El golpe se veía venir. La triste experiencia es que cada dictadura es más dura.”
¿Cómo estaba organizada la militancia del Cordón Industrial?
Bueno… era una época de mucha efervescencia en todo el país y fundamentalmente en los sectores fabriles como era el Cordón Industrial de San Lorenzo (en realidad todo el Cordón desde la provincia de Bs As hasta Puerto San Martín) por la gran cantidad de obreros que existía. Era un lugar de muchos conflictos, de reivindicaciones. Había militantes con una gran participación, peronistas y organizaciones de izquierda, además de un tejido social de solidaridad entre los vecinos, con mucha conciencia política. Había distintos niveles de compromiso: algunos lo tomaban con más entrega, y comenzaban a encuadrarse en alguna organización política. En mi caso comencé a militar en una cosa inorgánica que era la Juventud Peronista. Éramos miles de militantes en todo el Cordón.
¿Qué pensaban, qué sentían cuando empezaron a tomar conciencia de lo que pasaba?
La necesidad de organizarnos contra las dictaduras, en este caso la de Onganía, que fue de tipo corporativo. No sabíamos pero con el tiempo nos fuimos enterando que las FFAA respondían a un plan de la oligarquía y el imperialismo. Era toda una represión a Latinoamérica preparada en la Escuela de las Américas en Panamá que dirigía la CÍA. Por otro lado, sin tener un mayor conocimiento, se defendían las conquistas logradas: lo que había logrado el peronismo en cuanto a justicia social era bastardeado por esta dictadura. En el mundo se vivía una etapa de resistencia de los pueblos. Nos influenciaron mucho las distintas luchas de los pueblos del tercer mundo, la Revolución Cubana, y las rebeliones del Mayo Francés.
Después de la resistencia se confiaba en un golpe militar al estilo nacional como fue el de Juan José Valle y otras intentonas. Pero si bien hubo militares ejecutados y presos, héroes de la resistencia, la mayoría de las víctimas eran trabajadores. Ante el fracaso de que era imposible un contragolpe nacional y popular, la militancia comenzó a percibir que había que organizarse para tomar el poder en forma cruenta, que era la única posibilidad que dejaban las dictaduras. En mi caso comencé una relación con una organización de superficie que era el Movimiento Revolucionario Peronista. Que en realidad era un aparato de superficie de las Fuerzas Armadas Peronistas. También surgieron las FAR de origen marxista que después adhieren al peronismo. Y la más conocida que es la organización político-militar Montoneros. En el Cordón Industrial había un sector importante que era el Peronismo de Base, que planteaba recuperar la experiencia el fenómeno peronista pero con una alternativa independiente de la estructura oficial. Se consideraba Perón un líder pero no el conductor. Y también fue muy importante una escisión de Montoneros que fue la columna Sabino Navarro, a la que pertenecían muchos de los ahora desaparecidos del Cordón.
¿Cómo los encontró el 24 de marzo del 76’?
Ya veníamos muy golpeados. Después de la Primavera Camporista vino la masacre de Ezeiza, se derechiza el gobierno y en el 74 después de la muerte de Perón, se queda la AAA. Fue una introducción al terrorismo de estado, con crímenes a la militancia. Acá fuimos muy perseguidos en ese aspecto, tal es así que tenemos 3 víctimas en el 75’: María Luisa Cuatrín, Roberto De Grandis y Carlos Vergara.
El golpe se veía venir. La triste experiencia es que cada dictadura es más dura. En el 55 fue la Fusiladora, pero esta (la de 1976) fue especialmente sistemática en cuanto a represión. El 24 no teníamos idea de lo que iba a pasar por ejemplo con la desaparición de personas. No percibíamos para nada que iba a ser brutal ni con una ejecución tan organizada, y una complicidad civil importante. El 24 de marzo encarcelan a Manuel Casado que era nuestro Secretario General. Allí vemos que lo destituyen a Vivas. Después supimos que se negó a colaborar, por lo cual también fue detenido al día siguiente por 60 días. Le ofrecieron quedarse pero se fue por la puerta grande, en cambio otros funcionarios se quedaron a colaborar por mucho tiempo.
Todo el país era una carnicería, pero concretamente ya habíamos sufrido la pérdida de los 3 compañeros que te nombré. Por eso prácticamente vivíamos en una semiclandesitnididad, cuidándonos. Pero bueno, no nos dieron tiempo. A Manuel lo secuestran, lo despiden de la municipalidad; luego tuvo que irse de la ciudad porque tampoco podía trabajar y por el permanente acoso por haber sido un militante social.
¿Usted se quedó en san Lorenzo?
Si, un tiempo. Bueno, en Julio la idea era irse. Por supuesto teníamos alguna organización defensiva, pero era tan grande la represión… Nos enteramos que había desaparecido Hugo Parente, aproximadamente el 9 de julio se entera la familia. Ante esa desaparición, nos reunimos con los compañeros, y algunos decidieron quedarse. En el caso mío y de otros compañeros decidimos abandonar la ciudad. Me fui un día martes 15, 16 de julio.
¿Cuál era el destino?
Bueno… por todas las pertenencias políticas, había algunos posibles contactos para salir del país. Pero también es cierto que todas las organizaciones estaban diezmadas en forma absoluta. Lo cual no justifica la represión posterior, porque no había ya una posibilidad de producir algún hecho por parte de las organizaciones revolucionarias que hiciera peligrar la estadía de la dictadura. Un sector de la Sabino Navarro se empezó a ir del país. Casi todas las grandes organizaciones se fueron vía Brasil.
Después de haberme reunido con Kruppa y con Riquelme, quienes deciden seguir resistiendo, yo decido irme. Me voy en colectivo, la primera noche paro en el centro-este santafesino y luego trato de salir hacia Tucumán donde supuestamente había un contacto para salir del país. Y ahí pierdo el contacto. No encuentro a nadie, y no había teléfono, nada viste. En realidad pensé que habían caído todos, pero no: felizmente el contacto que tenía vive, y pudo salir a Bolivia con un matrimonio de Rosario. Así que yo me vuelvo a donde pude, a viejas relaciones de amistad, más de amistad que de parentesco. Y sobrevivo ahí, hasta que vuelvo a Rosario en el 83’ sin saber todavía si era buscado, si no era buscado.
¿Qué le pasó por la cabeza al volver al Cordón después de tantos años?
Fueron muchos años de soledad, eso es lo que yo sentí: soledad. Porque como vos veras no se pudo realizar ningún organismo familiar acá. Durante el 83, teníamos algunos contactos con dos o tres familiares. Con Casado algunas charlas cuando volvió a San Lorenzo. El poder represivo se había reciclado también en democracia, incluso como peronistas. Fue muy difícil y confuso. Hasta que bueno muy de apoco se fue ablandando esto. Con el juicio de las juntas, como que la gente se había borrado y no quería hablar nadie. “Por algo será”, nos seguían reprimiendo en ese aspecto. Después se hacen los juicios por la Verdad Histórica hace aproximadamente 10 años. Significaban investigar desde algo oficial, desde la justicia, pero sin juicio, sin culpables. Todo sirvió, pero bueno, no alcanzaba.
Después sí hubo una victoria respecto a la concientización de la gente. Y lo tienen que aceptar propios y extraños: la llegada de Néstor Kirchner fue un avance meteórico. Parecía imposible que se juzgara. Y cuando se comenzó a juzgar se robaron los expedientes en Rosario, hubo represión a los abogados, a los querellantes… Pero Kirchner da un avance meteórico respecto a la derogación de las leyes de punto final y de obediencia debida, y por la realización de los juicios. Así que bueno. De esa soledad vivida durante tantos años, volver al Cordón, tener que trabajar por ahí con algunos sectores oportunistas, hasta lograr encontrarme con jóvenes como Soledad, como Laura, las Ventoleras, que fueron los últimos militantes de derechos humanos, y puedo decir que lograr todos estos juicios es una victoria de la paciencia.
Y fue eso, sentirse acompañado después de tanta soledad. La causa Manuel Casado nos dio la posibilidad de que se vivenciara todo. Yo cuando declaro me saco una mochila de encima, haber logrado estar dentro de un tribunal, contar todo, y haber podido nombrar a María, Hugo… (sale un momento a tomar aire).
Por último… ¿Qué sensación le dejó la sentencia?
Fue una condena inesperada. Un tribunal que se porto muy bien. Sabemos que si no hubiesen trabajado el expediente como correspondía, hubiera sido muy difícil probar el plan sistemático, pero finalmente se puso el caso Casado dentro de un plan. Fue la primera condena de un civil al mismo nivel que los represores directos. Los dos represores y el civil de inteligencia, todos tuvieron 8 años y 6 meses. Y hasta no sentirla dicha por el tribunal uno no lo cree.
Hay algo que yo siento, que va más allá de venganza. Por supuesto que quiero que estén presos. Pero el hecho de la sentencia reivindica no solo a Manuel Casado sino a los luchadores, y a toda la gente que clamó por la verdad en el Cordón. Porque toda la época de ocultamiento fue muy dura. Yo estoy muy satisfecho.
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