Lunes 16 de abril de 2012. Parece ser un día igual a los demás. Me levanto temprano, voy a la facultad. Vuelvo, duermo una siestita. Me levanto y me encuentro con un inicio de Facebook que me gritaba lo que mis ojos no podían creer. Inmediatamente, abrí nuevas pestañas, distintos diarios para que me lo confirmen. Y sí, esta vez era cierto: mientras yo estaba sumida en mi soñolenta siesta, el país estaba dando un gigantesco paso hacia la Soberanía.
El Estado Nacional retomó el control de una empresa clave en el desarrollo económico del país, mediante el proyecto que establece la expropiación del 51% de las acciones de YPF, de las cuales el Estado nacional tendrá el 26,01% del total y las provincias productoras, el 24,99%.
Yacimientos Petrolíferos Fiscales (YPF) se creó el 3 de junio de 1922 a partir
de un decreto del presidente Hipólito Yrigoyen, en el que designaba al gral.
Mosconi al frente. Fue el principal activo estratégico y económicamente
viable del Estado argentino entre 1922 y 1992, logrando expandir la oferta y la
producción de energía en todas sus formas, diversificando el suministro
eléctrico y permitiendo una configuración de la estructura socioeconómica del
país basada en la industrialización para sustituir importaciones de productos
de consumo masivo.
Con YPF el Estado formuló e implementó una serie de
políticas de planificación energética que resultaron en el desarrollo de
un aparato productivo que posibilitó mejores ventajas competitivas en la
economía nacional y condiciones de vida para los ciudadanos.
No obstante, el modelo económico de la Dictadura Militar
(1976-1983) basado en las rentas agropecuaria y financiera, la
desindustrialización, el estancamiento científico-técnico, la desregulación de
los mercados, el ajuste estructural y el endeudamiento externo, dejaron las
bases y cimientos para su completa enajenación posterior, la cual se ejecutó
durante los dos gobiernos de Carlos Saúl Menem: la primera etapa culminó en
1993 y la segunda en 1999.
Las políticas energéticas son parte de la columna vertebral de un país. Retomar el control de YPF es consolidar un Estado Nacional que lucha por la Patria libre y soberana.
Sin embargo, en mi inicio de Facebook, me encontré con los de siempre. Con esos que critican por criticar. Con los que tiran mierda al aire y sin fundamentos, aún en días gloriosos como hoy, que trascienden los colores políticos y las clases sociales. Siempre es bueno escuchar las críticas: de ahí se revisan los errores y se construye más sólidamente. Pero leer a personas que critican estos logros -inmensos y beneficiosos para todos los argentinos-, es algo que no tiene sentido, y que llega al extremo de la estupidez.
Pero esto no opacó la inmensa felicidad que invadió mi ser al enterarme de semejante noticia. Cada día estoy más orgullosa de ser parte de esto. ¡Vamos Cristina, vamos Argentinaaa! Hoy el pueblo -como Riquelme- está feliz.
¡Soberanía es recuperar lo nuestro!
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