La mujer, además de los obstáculos de la vida normales en cualquier ser humano, carga con uno más: el simple hecho de pertenecer a su género. Siempre, a lo largo de toda la historia, tuvimos que que luchar para que nos reconozcan las cosas que en los hombres eran incuestionables.
Sin ir más lejos, la Biblia nos enseña que para que haya una Eva, antes tiene que existir un Adán que le de una costilla. El "texto sagrado" dice que Adán estaba solo, y por eso Dios LE (sentido de pertenencia) creó una compañera. La mujer sería como un accesorio, algo que existe para que el hombre no se aburra solo en la Tierra.
Violencia de género
El estereotipo de mujer tradicional nos describe como seres frágiles, tímidos, delicados, indefensos. Dependientes del supuesto
"género fuerte". El mundo creó papeles rígidos que asignan al hombre el poder y el control, y a las mujeres la sumisión y aceptación. La mujer es la cuidadora del hogar, una romántica empedernida. El hombre tiene autoridad y poder, que puede ser abusado hasta el punto en el que la violencia llega a ser legítima. Y lo peor de todo es que nosotras mismas nos creemos esto, y, además, lo alimentamos.
Según organismos internacionales, la violencia de género es la primera causa de muerte o invalidez para las mujeres entre 15 y 44 años; y al menos una de cada tres mujeres en el mundo ha padecido a lo largo de su vida un acto de violencia de género, ya sea física, psicológica o sexual. Sin embargo, la mayoría de las víctimas borra con liquid paper esas escenas de su mente, y se limita a gritar en silencio.
Barbie multifunción
Los medios masivos de comunicación son uno de los ámbitos más importantes en los que se desarrollan roles o papeles sociales. Infinitas publicidades esconden -o muestran orgullosamente- cómo deben ser los componentes de una sociedad ideal. A la mujer la presenta
como un objeto, un producto erótico, sexual y estético, sin identidad propia, donde sólo pone su cuerpo y belleza al servicio de las satisfacciones de los hombres.
También la presenta como la eterna ama de casa, titular de todas las obligaciones del hogar, dependiente económica de su marido, sonriente e impecable promocionando productos de limpieza.
Resumiendo: Debe ser una perfecta amalgama de todas las facetas antes descriptas y ganarle por afano al mejor robot inventado hasta nuestros días. Obediente, eficiente en los quehaceres de la casa y en la cama. Tiene que lavar los platos y refregar los pisos (pero siempre arreglada y con las uñas pintadas). Tiene que buscar a los chicos a la escuela (pero también matarse en el gimnasio).
Yo me pregunto.. ¿Por qué muchas mujeres se quejan por lo bajo pero asumen ese papel sin cuestionamientos, como una única realidad posible y obligada?

Sucede que las pibitas crecen entre Barbies. La mujercita ideal. Rubia, con medidas inalcanzables, que invita a cometer sutilmente el pecado del plástico. La Barbie veterinaria, la doctora,¡la militar!, ¡¡la anoréxica!! Y obviamente la ama de casa, con todos los accesorios, y hasta una tarjeta de crédito que les inculca la cultura del consumo desde antes que empiecen a hablar. Es muy difícil, entonces, que después se independicen de ese tan subrayado estereotipo de mujer.
"Detrás de Junto a cada hombre hay una gran mujer."
A ver, señoras, señoritas y niñas.. ¡Despertemos! Rompamos con todos estos esquemas, luchemos activamente por una igualdad sustantiva, concreta, diaria. Sin feminismo ni machismo. Pero no una igualdad basada en la homogeneidad, sino en una igualdad real, lo que implica enfatizar las diferencias y complementarnos sin someter a nadie.
Como dijo el Che..
"Hay que endurecerse sin perder la ternura, jamás".