
El pueblo había salido a la calle a reclamar por sus derechos, y el Estado le respondió con balas. Habían salido a manifestarse contra las políticas de ajuste, contra el hambre y la desocupación desencadenadas por los gobiernos neoliberales precedentes. Unieron sus voces contra la exclusión y la desigualdad, pusieron el cuerpo para forzar el cambio. Nos toca poner el cuerpo a nosotros, ahora, y exigir justicia por esas personas que dejaron su vida en la lucha, en sus ideales, por el futuro de todos.
Dicen que las comparaciones son feas, que son odiosas. Pero es un ejercicio inevitable para tomar conciencia de dónde estamos y de dónde venimos. Pero más que nada para descifrar hacia dónde vamos como sociedad, tomando esto último como consecuencia de los dos factores anteriores.
Hoy, una década después, con el mundo indignado y en la misma situación de aquella Argentina débil, es nuestra obligación salir a las calles a consolidar el notable crecimiento de nuestro país. Que es un crecimiento mucho más valioso que cualquier superávit fiscal o estabilidad política. Se trata de una consolidación cultural que funciona de escudo y nos fortalece.
"El pueblo pelea, no perdona ni olvida,
ni a los vende patria, ni a los genocidas.
Vamo' compañero, vamo' a poner huevo
por Maxi, Darío y el oso Cisneros.."