miércoles, 6 de julio de 2011

Qué buenísimo es sentirse parte de la transformación de la historia. Y qué buenísimo es pertenecer a esta generación del bicentenario que supo sacarse de la cabeza el miedo a ir un poco más allá, el miedo de decir, de abrazar y defender una idea, una bandera. Es bueno que nos demos cuenta de esto, que el fuego nunca se apagó totalmente. Ese fuego que los antipatrias no pudieron extinguir, hoy está en los ojos de cada pibe y de cada piba que vuelve a creer que no es inútil querer cambiar las cosas.
Abran los ojos mundos clasemedieros, y disculpen las molestias: esto es una revolución.

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